Ha cerrado la puerta,
nunca supimos despedirnos.
Ambos buscándonos siempre
heridos de muerte
de otras guerras.
Sin embargo, encontramos
en esta piel amiga la paz
de un placer irreproducible,
inalcanzable por otras manos.
Moriremos entre risas
y eso no será un problema.
Quizá esa es la magia
escondida en ese pequeño mundo
que creamos cuando todo lo demás
está ardiendo ahí fuera.
Vivir sabiendo que nada
dura eternamente.
Ha sonado el timbre,
nunca sabremos despedirnos.