Tinta

Entre querer y no poder,
encontré un punto de equilibrio,
un caos ordenado
que mantuvo en pie
el vértigo de mis ganas de volar.
Así que até mis manos
con el hilo rojo del destino,
a un pasado sin sentido
pero nunca olvidado.
Sin embargo, recordé
que lo mejor de romperse
es la libertad de sentirse vivo
en mil pedazos.
De poder reconstruirte
con los trozos que quieras
sin miedo a cortarte.
Entonces recuerdas
el primer día
y no quieres que sea
una última primera vez.
Mi historia no se escribe
en tu boca,
léeme los labios:
la tinta ha cambiado
de manos.

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