En un principio

Para empezar, comenzaré por el final. Nunca estamos preparados para el adiós de alguien a quien quieres. Pero siempre hay un día después, con un café amargo y música que sólo sirve para escribir sobre esa putada perfecta tan preciosa. Es cuando empiezas a recordar todos esos momentos irrepetibles. Una playa de película, su cama y el perfume en su cuello. Simplemente, su risa. Te preguntas si volverá, o si volverás a sentir algo así. Si hay una parte de ti que se quedo allí. Y buscas apoyo en otros ojos, con abrazos que resumen cualquier nombre a un simple escalofrío. La incertidumbre es peor que cualquier miedo. Todos podemos vivir solos, pero tener a tu lado a alguien que te mejore es como un atardecer entre abrazos. Lo nuestro nació antes de que el amor se gestara en los gimnasios y se viviese en los libros. Y hubo miedo, como en cualquier principio. Nos disfrazamos de atrevidos, enmascarando los temores y llenando esa otra mitad perdida del otro. Comprendí en pocas palabras que esos labios, cuando menos hablan más tienen que contar. Y nos contamos tantas veces, en tantas noches, que me enamoré del principio hasta el final.

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